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Contra la difamación y en defensa del trabajo honesto

  • Foto del escritor: Imanol Sánchez Vizcor
    Imanol Sánchez Vizcor
  • 17 jun
  • 2 Min. de lectura
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En el seno del propio sector taurino en Aragón, vivimos con creciente inquietud un fenómeno que, lejos de ser nuevo, se ha intensificado con una virulencia preocupante: la difamación ejercida por unos pocos que, escudándose en opiniones personales y juicios sin fundamento, buscan socavar el trabajo honesto de quienes hemos dedicado años, e incluso décadas, a construir, con esfuerzo y legalidad, un camino sólido dentro de la tauromaquia.


No hablamos aquí de críticas constructivas ni de debates necesarios que alimentan la pluralidad del pensamiento y el progreso del sector, sino de ataques personales disfrazados de argumentos, de discursos que se presentan como oficiales sin serlo, y de relatos interesados que se construyen desde la falsedad y la tergiversación. Palabras vacías, huecas de verdad, pero cargadas de intención destructiva, que se lanzan al aire sin la más mínima responsabilidad, muchas veces con la única finalidad de obtener beneficios personales, desprestigiar trayectorias ajenas o generar confusión en la opinión pública y en las instituciones.


Es preocupante cómo estos actores, que deberían ser parte de un diálogo honesto y productivo, eligen el camino del rumor, de la manipulación y del señalamiento gratuito, olvidando que la dignidad profesional no se gana con gritos ni con campañas de desprestigio, sino con hechos verificables, con trabajo constante y con coherencia a lo largo del tiempo. Esa forma de actuar, amparada en la impunidad de lo no dicho abiertamente pero insinuado con malicia, es una amenaza no solo para las personas a las que se intenta dañar, sino para todo el entramado cultural, social y económico que representa la tauromaquia en nuestra comunidad.


Frente a esta realidad, por más que esos "algunos" recurran a estrategias agresivas y provocaciones calculadas que buscan sacar de quicio al interlocutor para hacerle perder la razón, nuestra respuesta debe seguir siendo clara, serena y firme: la del trabajo bien hecho, la del respeto por la legalidad y la del compromiso con un proyecto colectivo. Porque no hay calumnia que resista el peso de la verdad. No hay estrategia mezquina que eclipse años de dedicación, de respeto a la tradición, de cumplimiento riguroso de las normativas y de apuesta por un futuro digno para el sector.


A quienes optan por destruir en lugar de construir, por señalar en vez de colaborar, y por sembrar dudas en lugar de aportar soluciones, solo podemos responderles con la mayor fuerza que existe: la de la transparencia, la honestidad y la constancia. La verdad no necesita altavoces ni aspavientos. Se defiende sola, con pruebas, con hechos contrastables y, sobre todo, con tiempo. El tiempo, que es juez silencioso pero implacable, termina poniendo a cada cual en su sitio.


Por eso, reafirmo hoy, con más convicción que nunca, mi compromiso —y el de todos quienes aún creemos en una tauromaquia basada en el respeto, la legalidad y el trabajo en equipo— de seguir adelante. De continuar trabajando con rigor, sin dejarnos arrastrar por el barro de la provocación, sin renunciar a la ética ni a la verdad. Porque el futuro de la tauromaquia en Aragón no puede construirse sobre la mentira, sino sobre la base sólida del trabajo honesto y la unión entre quienes verdaderamente queremos proteger y dignificar esta tradición cultural.

 
 
 

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