La Comunicación como Poder ante la Cultura de la Cancelación
- Imanol Sánchez Vizcor
- 19 mar
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 19 mar

Nos guste o no, vivimos en una sociedad donde, además de las armas, la guerra se libra a través de la comunicación. Ocurre en los conflictos bélicos, pero también entre políticos, empresas y personas.
Una de las estrategias más utilizadas en esta batalla es la cancelación. Sí, como lo lees: cancelar una opinión, un sector o un individuo simplemente porque resulta incómodo, sin importar el método.
Lo afirmo con conocimiento de causa, porque lo he vivido en carne propia toda mi vida. Es el precio de no seguir dogmas, de apostar por la coherencia y de no sucumbir ante algo o alguien solo porque la mayoría lo hace. Como bien señala el coronel Pedro Baños: "La necesidad de pertenencia a un grupo o masa social nos lleva a decir o actuar incluso en contra de nuestros propios principios, valores o pensamientos". Algo que, en lo personal, jamás he permitido. ¡Así me va! En ciertos entornos, quien se aparta del camino trazado se vuelve una molestia.
Fui una molestia, sin entender por qué, cuando hace dos décadas decidí apostar por las redes sociales como una herramienta para promocionarme y fortalecer mi profesión. Pero ojo, no solo incomodé a los de fuera—esos que rechazan cualquier intento de hablar libremente sobre toros y buscan demonizarnos y atacarnos—sino también a los de dentro. Y eso duele más. Porque en cualquier ámbito, quien no puede ser controlado se convierte en una amenaza.
Así funciona el mundo: nos empujan a la mediocridad. Nos dicen que no seamos tontos, pero tampoco demasiado brillantes, porque sobresalir incomoda y genera rechazo.
Afortunadamente, he sabido utilizar las herramientas de la comunicación y la información para evitar que me cancelen o, peor aún, que me silencien. Hay quienes, cegados por su ego y su ansia de autoproclamarse reyes de un territorio que no les pertenece, recurren a la mentira, la difamación y la amenaza para intentar callarme dentro de mi propio sector. Pero una cosa es intentarlo y otra conseguirlo. El mal triunfa cuando los demás callan. Afortunadamente, aquí han encontrado a alguien que no se rinde.
Y aquel que no se rinde, como siempre digo, nunca es vencido. No lo es porque, cuanto más intentan silenciarlo, más alcance tiene su mensaje. Aun así, uno vale más por lo que calla que por lo que dice. Pero lo que siempre hablará, tarde o temprano, es la verdad, y esta saldrá a la luz a través de la comunicación.
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